No quiero volver a hablar de princesas que buscan tipos que coleccionar

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lunes, 8 de noviembre de 2010




Estamos acostumbrados a medir la felicidad, a echarle la culpa a la mala suerte, a poner de excusa el típico mal día que tiene todo el mundo,nos escondemos detrás de las fatalidades para poder quitarnos la culpabilidad de encima.

Somos culpables, siempre lo seremos, solo nosotros dirigimos nuestros hechos, pensamientos y sentimientos, solo nosotros sabemos lo que diremos, y que cara le pondremos al asunto.

Las decisiones no son cosas de mucho tiempo, puedes tardar en pensarlas, pero la inseguridad reina hasta que ultimo momento, se trata de segundos, minutos, no tardamos más en echarlo todo a peder o en arreglar las cosas.

Quizás guiados por un impulso, que a menudo consigue ser más fuerte que nuestro razonamiento, de la rabia, de la impotencia, pero sobre todo nos dejamos llevar por la duda que está ahí siempre, lo quieras o no.
Nunca sabes lo que va o puede pasar, hasta que pasa, entonces se desata un oleaje de dudas incontrolables, porque las consecuencias de los actos traen repercusiones y a veces afectan de nuevo a las acciones, pero es un circulo vicioso, de eso tratan los problemas, nunca acaba uno para que empiece el otro, porque no existe tregua, ni pausa.
Solo hay tres fases posibles y obligatorias: ACCION, REACCION, REPERCUSION.

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